miércoles, 28 de septiembre de 2011

Milo Manara


Nunca he soportado como dibujaba las narices de sus diosas de piernas largas. Me recordaban demasiado a las de Corto Maltés que tampoco me gustaban nada.
Durante mi pre-pubertad ya había visto mucho material erótico y pornográfico sin que mis mayores se diesen, aparentemente, por enterados. Intervíu, MAN, Lib, Víbora… revistas que caían en mis manos en una peluquería, en la habitación para invitados de la casa de unos conocidos, en la cabina de un camión (sí, durante mi infancia había cabinas de camiones en escena), en el cuarto del hermano mayor de un amigo, en la mochila del macho alfa del colegio… Información distorsionada por mi corto entendimiento y la fantasía editorial. Pero qué narices, servía perfectamente para maleducar notablemente mis artes masturbatorias.

Sin embargo, mi percepción del erotismo cambió dando un giro de ciento ochenta grados cuando vi por primera vez un cómic de Milo Manara. El Perfume del invisible.
Sentí que eso ya era un erotismo de nivel superior, incluso con mi, todavía, corto entendimiento.
Esas mujeres extremadamente eróticas, con piernas interminables y cabello rizado, cara pecosa y pechos perfectos hasta que se abrían de piernas, cerraban los ojos de pestañas interminables y abrían sus bocas carnosamente lascivas. Entonces el erotismo pasaba a un nuevo nivel.
No llegaba del todo a ser pornografía. Era alto erotismo con estilo. Con clase.
Eran los dibujos guarros de Milo Manara.








No hay comentarios:

Publicar un comentario