Esta foto me ha hecho pensar en algo sobre lo que, en realidad, es absurdo pensar, por lo evidente que resulta, pero sí, me he sorprendido reflexionando, y la verdad, me siento un poco avergonzado.
En una de mis carpetas del instituto, que aún guardo por lo bonito de sus collages decorativos (modestia aparte) conservo recortes de revistas y periódicos que en su momento me parecieron interesantes, y uno de esos recortes era la polémica foto de un niño etíope en el suelo de la sabana y un buitre al fondo de la imagen, aguardando pacientemente su (escaso) bocado.
Durante todos estos años viendo imágenes de niños desnutridos hasta un punto crítico (disculpad si esto suena frívolo, pues la verdad es que no hago gran cosa por evitar su maldición) se ha formado en mi mente a lo largo del tiempo una imagen de los niños hambrientos que representa también una imagen genérica de las personas que pueblan esa inmensa zona de África azotada por el hambre, diferente al resto de niños negros del resto de África, y del mundo. Podía haber visto esta foto mucho tiempo antes, y llegar a la misma conclusión sobre mis pozos mentales, pero resulta que la he visto hoy, a los treinta y tantos, y me he dado cuenta de una obviedad: Si las personas del cuerno de África tienen esas facciones, ojos, boca y orejas grandes, piel apagada, pómulos marcados, es precisamente por el hambre. Me siento muy estúpido al escribirlo y no sé si me estoy explicando bien, pero me apetecía hacerlo. Por algo es mi blog.
El niño somalí de la derecha y el de la izquierda son el mismo.
Se llama Minhaj y, como cientos de críos cada día, estaba a punto de morir de hambre y anemia pesando 3,2 kilos con siete meses de edad. Ahora está recuperado en uno de esos hospitales de campaña, en un campo de refugiados de esos en los que secuestran a médicos naif y cooperantes perroflautas.
La ironía y el sarcasmo son autoinflingidos, no soy tan cretino.
En fin, que no escribo esto para explicar el caso, que eso ya lo hacen en
el artículo, el cual recomiendo, sino para compartir mi curiosa anomalía de percepción (toma eufemismo).